Nueve del nueve, o 561 km de vías carreteras

Aun no se bien lo que pasó, si pasó o lo soñé. Mi memoria me dice que sí así fue, pero yo no lo se de cierto.

Lo que si se es que cada que me acuerdo mi mente computa una serie de deducciones e implicaciones lógicas que siempre desembocan en el mismo punto, y aun así las hago como si esta nueva vez fueran a parar a otro lugar.

Parte de mi sí que quiere una conclusión distinta.

Eso no va a pasar.

Y es esa cuestión del orden del universo más que nada.

La primera en esta repetitiva sucesión de ideas es la posibilidad de que no haya sido un sueño, y que si lo fue se pueda hacer tangible, es mi ansiedad de exploración actuando. Esa que se queda insatisfecha con la lectura de un prólogo pero que no puede leer el texto completo. hasta sus últimas implicaciones.

La segunda son mis pies reusándose a dejar de tocar el piso, siempre me cuesta despegarme de la realidad, y esta realidad es que 567 km son un resto, y deja la distancia, es el tiempo que toma recorrerla. Y la logística. Y esas cosas.

Entonces aparece mi memoria y me enfrenta con un pasado escabroso, terrible. Situaciones difíciles y dolor. Nadie quiere volver a vivir esas cosas. Nadie tiene por qué...

Para calmar un poco llega mi corazón, que me dice que está bien, que no hay nada más que buscar, que todos estamos completos (¿en serio?).

Y luego llega la claridad, que se une con todos y me da la respuesta.

inacción