Qué idea tan inútil esta de la inmortalidad, una necesidad transitoria para acallar miedos que solamente serían más grandes, o más temibles. ¿Ya se puso a pensar qué haría después de morir? ¿Cuánto tiempo tendría disponible? ¿Cuánta energía necesitaría para tolerar ese tiempo de conciencia? ¿Cuánto añoraría un descanso permanente, una ausencia de toda esa estimulación de "seguir vivo"?
Para mi es mejor la idea de un descanso puntual y permanente, sin la presión de una etapa posterior con quién sabe qué extraños requisitos o expectativas. Eso además me motiva a ser más un actor que un expectador. Nuestra única oportunidad de jugar este juego con tantas delicias y sorpresas.
¿Qué de especial quedaría si lo pudieras hacer siempre? ¿Qué sabor qurrías probar infinitas veces? Es mejor así, saber que cada cosa que puedes hacer lo podrás hacer cierto número de veces, que este número es finito y que, además, es pequeño.
¿Proceder sin cautela entonces? No lo creo. Claro que quiero vivir el día de hoy, pero me gustaría poder disfrutar el día de mañana si es que llega. En cualquier caso hay que decir que lo que hay que moderar es la cautela, saber cuándo soltar el freno de la comodidad o la estabilidad que nos mantiene bajando despacito
De todas formas es más fácil mantener el equilibrio si se mueve uno más rápido.