Cómo terminar una almohada desde afuera

Como seguramente sabes las almohadas se cosen con el exterior hacia adentro para luego ser volteadas de manera que la costura no sea visible, o esté lo más oculta posible. Lo que quizá no sepas es que existe un resultado poco conocido en topología que te permite terminar una almohada desde afuera y evitar tener que dejar un hoyo o cierre para poder "voltear" la tela al terminar.

Primero se procede como de costumbre. Partiendo de un rectángulo del cual se unen entre sí dos bordes paralelos. Luego se cierra una de las tapas cosiéndola consigo misma, consiguiendo así el equivalente topológico a un vaso, pero no a una taza.

Diagrama de los bordes que han de coserse entre sí para una almohada.

Ahora puedes voltear la bolsa, exponiendo lo que terminará siendo el exterior, excepto por una esquina, que aun expondrá el interior para poder proceder con la costura. En este punto es menester tener a la mano la cantidad exacta de relleno que se usará. A continuación se cose, poniendo atención a cada puntada, desde esa esquina. Quizá sospeches que de continuar no podrás poner el relleno y te quedarás con un rectángulo de tela con las aristas cosidas, pero has de notar lo siguiente: Mientras te acerques al final de la costura tienes que ir jalando el hilo del tiempo y del espacio, un poquito más cuanto más te aproximes al final, y cada vez te debes acercar más y más lento, para poder jalar mejor ese hilo.

El resultado de este proceso es que el exterior de almohada, que en realidad conforma todo el universo conocido y por conocer, comenzará a contraerse más y más para poder pasar por el espacio que queda libre entre la aguja y el final de la tela.

Llegará el punto en que te encuentres compartiendo espacio con el tinaco del vecino de la otra cuadra, sin embargo el lapso de tiempo en que esto sucede es tan corto que podrías incluso no notarlo, excepto por el olor a agua estancada que a veces se queda impregnado en la ropa.

De cualquier manera es importante mencionar que llegado el último instante, en el clímax del universo y la almohada doblándose alrededor el uno del otro, debe ubicarse el relleno en el ovillo de la aguja justo antes de la última puntada y cortar el hilo del tiempo y del espacio. Con esto queda la almohada rellena perfectamente y el universo bien acomodado en su lugar original.

Basta con asomarse a la ventana para comprobar que ni el gato de la vecina de abajo, que es tan observador, se ha percatado de tan intrépida operación.